jueves, 7 de abril de 2011

¿CÓMO REPRODUCEN LOS NIÑOS EL LENGUAJE DE LOS CUENTOS?


La literatura infantil contribuye al desarrollo cognitivo, tanto en su aspecto perceptivo como memorístico; es un medio extraordinario para fomentar vínculos afectivos; ofrece modelos de conducta positivos y negativos; puede favorecer el desarrollo ético a través de la identificación con determinados personajes de los cuentos, y sirve para eliminar tensiones y superar miedos y problemas emocionales.
La vida es la fuente de la literatura infantil, de ahí que las historias de ciertos cuentos o chascarrillos acercan a los infantes al mundo de los adultos. En este sentido, los niños aficionados a la literatura infantil desde edades tempranas suelen ser buenos lectores durante toda su vida.
Las ilustraciones en los libros de literatura infantil motivan el aprendizaje de la lectoescritura, y es, además, un componente fundamental para el desarrollo de las habilidades lingüísticas infantiles.
El cuento, como obra literaria, se considera como una acción didáctica llena de sentido, y nunca debe ser considerado como una actividad adicional o de un parche. Los cuentos, convenientemente presentados, motivan e incitan a los niños a introducirse, a través del lenguaje, en un mundo distinto al suyo, lo que revierte en una utilización más rica y ajustada de ese instrumento.
Si además la narración se hace de manera que en su curso invite a los pequeños a predecir lo que puede ocurrir, a partir de lo ya relatado, o si se les reta a aventurar hipótesis sobre los personajes, el desenlace o cualquier otro aspecto, se está fomentando en ellos una serie de estrategias cognitivas de máximo interés y utilidad para la buena realización de posteriores aprendizajes.
Asimismo, si la narración se extiende mediante una representación relacionada con su contenido, la reconstrucción de lo relatado, su reinvención con modificaciones, etc., se está dando paso a actividades estrechamente relacionadas con la capacidad de comprender, sintetizar y crear.
Los cuentos tienen también interés porque, a través de ellos, los pequeños hacen muchos aprendizajes sobre el mundo físico y social, sobre las cosas, fenómenos y relaciones, sobre actitudes, normas y valores.
Uno de los aspectos más importantes de influencia de la literatura en el desarrollo es el referido a la asimilación de la lengua materna (el vocabulario y desarrollo del lenguaje), y la asimilación de las estructuras gramaticales: la relación con el lenguaje metafórico, artístico, es un lenguaje en imágenes; la realidad dicha en forma artística aparece ante los niños como concreta y plástica, y si se ajusta a las características de la edad, desarrolla también el pensamiento.
Contribuye igualmente al desarrollo de la educación moral y estética, además tiene relación con la música, la danza y el dibujo. Las ideas vivas, el ritmo, la musicalidad, la sienten de tal forma que para ellos es un placer oír rimas, poesías, cuentos, y esperar entusiasmados y expectantes que se les vuelva a leer o narrar una obra de acuerdo con su edad.
Toda obra literaria refleja un asunto, en cuyo desarrollo aparecen sujetos que realizan determinadas acciones. Esto no ocurre fortuitamente, siempre se debe a una causa y tiene sus consecuencias; por tanto, se está en presencia de un medio que puede poner a los niños en contacto con la vida social, económica, cultural, científica, moral, etc., de su país o de otro cualquiera, a través del cual se les proporciona un conocimiento.
Como tal, la literatura cumple siempre un fin educativo. En una obra literaria se observan sentimientos, actitudes, fragmentos de la realidad, procesos, personajes, y mediante la palabra se reproducen de manera artística, pletórica en acontecimientos cotidianos, con personajes conocidos o no y situaciones en las cuales los adultos, y también los pequeños, encuentran ejemplos para conducirse en la vida de una forma más adecuada y feliz; por ello contribuye a su educación moral. Además, a través de los cuentos, los niños conocen conductas positivas y negativas que los encaminan a tomar por sí mismos decisiones, a emitir sencillos juicios, a meditar, a analizar los hechos, a encontrar generalizaciones, a discutir sus criterios, y a desarrollar la capacidad de valorar.
Cuando el adulto les narra, lee cuentos o poesías, les descorre las cortinas de la cultura y, mediante esa narración o lectura, ellos no solo conocen las cosas nuevas y adquieren ideas sobre personajes, paisajes y fenómenos que jamás han visto, sino que también aprenden a observar, guiados por la obra en sí, las cosas que les son conocidas.

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